Publicado en El Nuevo Día
domingo, 11 de septiembre de 2016
Aunque no se ha determinado con exactitud cuál es la causa de Alzheimer’s, varios estudios lo vinculan -igual que otras enfermedades crónicas de alta prevalencia en Puerto Rico- a elementos asociados a estilos de vida: hipertensión, obesidad, depresión, fumar. En ese sentido, en la medida en que se altere la visión remediativa que hoy impera en el acercamiento a la salud, y se enfatice la promoción de la salud, la prevención y el refuerzo del cuidado primario estaríamos logrando, a mediano y largo plazo, reducir la incidencia y prevalencia de esta condición. Es necesario también asignar recursos suficientes para la investigación en instituciones del Estado, y establecer colaboración con aquellas iniciadas por instituciones privadas. Además, el Centro para la Coordinación de Servicios a Personas Afectadas con la Enferemedad de Alzheimer, bajo la jurisdicción del Departamento de Salud, aún no alcanza de forma plena sus objetivos.
Tratándose de una enfermedad degenerativa que coloca una carga muy pesada sobre l@s cuidador@s, el Estado debe aumentar la disponibilidad de programas de respiro y servicios de ama de llaves y ejercer una fiscalización severa de hospicios y hogares de cuido. Junto con los tratamientos convencionales, deben promoverse las terapias no farmacológicas, como intervenciones conductuales y sensoriales.
Pero como en todo asunto médico, debe estar en primera línea la propuesta- impulsada por el
PIP durante más de 30 años- de un Plan de Salud de Universal, que garantice el acceso a servicios médicos como el reconocimiento de un derecho humano, no como una pieza de una transacción comercial.
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