Como no se puede acusar al Partido Independentista de corrupción, deshonestidad o claudicación, y como no nos pueden perseguir, criminalizar ni encarcelar como lo hiceron por décadas, se recurre a la mentira (mentiras de esas que llegan a lo absurdo) como forma de ataque. Por ejemplo, en los últimos días se ha multiplicado en las redes la “noticia” de que Rubén vive en la Florida. Otros han dicho que envié a mi hijo fuera del país. Ambas cosas son absolutamente falsas. Rubén vive en San Juan, es profesor a tiempo completo en la Escuela de Derecho de la UPR y se encuentra a diario trabajando en el Comité Nacional en la Avenida Roosevelt. Mi hijo vive conmigo y asiste a una escuela pública en San Juan.
Pero más allá de lo que digan de figuras públicas (que siempre estaremos expuestas a la difamación de parte de aquellos que no tienen argumentos) hay algo más preocupante en esas “acusaciones” falsas. En mi caso, ese resentimiento aún presente hacia las mujeres en política: si no pueden cuestionar las ideas o el mérito de una mujer, pues a cuestionar su vida familiar- lo que no ocurre con candidatos varones. Y lo de utilizar como “acusación” el que alguien no viva en Puerto Rico, revela una triste incomprensión de la situación de nuestros compatriotas en la diáspora. Cada año se van de nuestro país decenas de miles de compatriotas. Eso no los hace menos puertorriqueños o menos comprometidos con su patria. De hecho, el papel del independentismo antillano en el exilio ha sido determinante desde tiempos de Betances y José Martí. Hoy, estamos representados “en las entrañas del monstruo” por compañer@s del PIP y de otras organizaciones por los que siento gran respeto y afecto.
Y ya que estamos en lo de los mentirosos (o, digamos, aquellos que son “tímidos para la verdad”) y siguen los comentarios de que “la senadora del PIP lo que hace es abstenerse”, aquí está la puesta al día de mis votaciones, culminada ya la última Sesión Ordinaria del cuatrienio: a favor de 2,631 medidas; en contra de 751 y CERO abstenciones.
Así que bienvenido el debate, las discrepancias en pareceres, la diversidad de opiniones, pero siempre partiendo de la verdad. Sólo así se acercará Puerto Rico a ser el espacio justo y solidario al que aspiramos.