El Mensaje sobre la Situación de Estado del País del Gobernador saliente, lejos de anunciar una “nueva aurora”, es la amenaza de una eterna penumbra.
En el momento más crítico de la historia reciente de Puerto Rico, el gobernador García Padilla ha presentado el mensaje más vacío, inconsecuente, inocuo y despegado de la realidad. Es inconcebible que, habiendo reclamado que abandonaba la contienda electoral para dedicarse a atender los problemas del país, en 24 páginas de mensaje no aparezca, ni por asomo, una propuesta, solución, sugerencia, o idea sobre cómo salir del atolladero que con tanto detalle él mismo ha descrito.
El ánimo evasivo de García Padilla llega a tal extremo que ni siquiera se atreve a llamar por su nombre a la humillante Junta de Control Federal-pero sumisamente agradece la intervención de los funcionarios de la administración Obama que la diseñaron. Es chocante además, que el Gobernador, a estas alturas se atreva a mentir descaradamente diciendo que el país se encamina a producir energía más barata cuando su ley de “revitalización” de la Autoridad de Energía Eléctrica es para asegurar que cobren los bonistas aumentando las tarifas; ofende a decenas de miles familias puertorriqueñas reclamando cumplimiento con los estudiantes de educación especial cuando cada día aumenta el sufrimiento de los niños por falta de servicios y desafía toda razón su insistencia en los impuestos al consumo que sólo aumentan la responsabilidad de quienes menos tienen, mientras defiende los desacreditados decretos de exención contributiva que en Puerto Rico representan la más obscena forma de mantengo corporativo.
Finalmente, el Gobernador, emocionalmente aferrado al estatus colonial, insiste en negar la evidente relación entre la crisis fiscal y la ausencia de herramientas a la que nos condena el estatus de inferioridad política que es el ELA, y reniega por enésima vez de su promesa electoral de convocar a una Asamblea de Estatus. Su calco de la ideología muñocista es muestra de la imposibilidad de evolución del PPD. Si de esa estirpe política sigue dependiendo el futuro de Puerto Rico, son tiempos oscuros los que se avecinan.