En primer lugar, debe estar claro que, en manos de la Junta, las condiciones de precariedad de la Uni versidad de Puerto Rico se acentuarán.
Toda vez que la universidad del estado no genera ganancias que se puedan canalizar a los acreedores del Gobierno, la Junta pudiera adoptar medidas como el cierre de recintos, reducir (aún más) la oferta académica e intensificar la negativa ya existente a crear plazas permanentes para los profesores.
Todas esas medidas son lo opuesto a lo que necesita la UPR, que es desterrar la politiquería de su gobernanza -tan evidente en el escándalo de las becas presidenciales concedidas a los allegados a Fortaleza, el reconocimiento de verdadera autonomía, la ampliación y modernización de Programas, y una docencia estable, con recursos para investigación y publicación.
Vale añadir que a la Universidad le queda mucho por hacer en cuanto a los jóvenes con diversidad funcional, que requieren eliminación de barreras arquitectónicas y acomodos razonables.
Pero no se trata sólo del sistema UPR. También se debe reconocer la importancia de la Escuela de Artes Plásticas y del Conservatorio de Música, nuestros dos centros de educación superior del Estado, esenciales en el quehacer cultural.
En la medida en que la Junta añada al desamparo del que ha sido objeto la educación superior pública por parte de administraciones PPD y PNP, más contribuirá a aumentar la brecha de desigualdad en el país.
He ahí otra razón para oponernos firmente a la nueva dictadura que nos regala el Estado Libre Asociado.