Juntos, contra la colonia
Por María de Lourdes Santiago
Publicado en El Nuevo Día
miércoles, 30 de marzo de 2016

El proyecto republicano con el último zarpazo colonial, con su sarcástico acrónimo de “Promesa”, gira sobre la perversa y prepotente propuesta de que entreguemos a los Estados Unidos lo poquísimo que nos permite el régimen de inferioridad política que es el ELA: la administración de los insuficientes recursos comunes de los puertorriqueños.

En momentos en que se hace más evidente que nunca que la raíz de los males económicos es el status colonial, la respuesta del Congreso es más colonialismo. Y como toda iniciativa de dominio -pues para eso se crearon los imperios–está dirigida a proteger a los de allá a costa de los derechos y necesidades de los de acá.

Para algunos, es el momento (dicen ellos) de “unirnos” en la asqueante tarea de enjuagar y reponer las vendas de la momia política que es el ELA. Para el independentismo puertorriqueño, llegó la hora de exigencias frontales, decididas, que pavimenten el camino a la recuperación económica y al cobro de la mayor deuda de todas: la deuda de democracia que tienen los Estados Unidos con Puerto Rico.

Así, todo intento de proveer respiración artificial a la colonia agonizante, tiene que ser denunciado como tal y tajantemente rechazado. No es momento de pedir migajas territoriales, sino de exigir que los Estados Unidos negocien con el país sobre el que ejercen un dominio claramente repudiado en la consulta de noviembre de 2012, un calendario de descolonización que conduzca a una votación entre alternativas no coloniales y no territoriales.

A la par de ese proceso, y ejecutable de forma inmediata, el Congreso, tan presto al malsano uso de sus poderes plenarios sobre el territorio, debe utilizarlos para el superior propósito de gestionar un mecanismo de protección judicial ante la insolvencia del gobierno, proveer para una reestructuración vinculante para los acreedores y generar una inyección de liquidez al Banco Gubernamental de Fomento.

Quien aspire a menos y se atreva a proponer que en “patriótica” unidad nos conformemos con tomarnos de las manos a contemplar juntos la descomposición del cadáver colonial, no entiende la gravedad del momento que enfrentamos. Si Puerto Rico continúa por el rumbo que lleva, no hay una sola razón para tener esperanzas de recuperación de la crisis.

La imposición de la Junta, Autoridad o como le llamen, no sólo lastimará el súbito pudor autonómico de quienes defienden a brazo partido la estructura política que permite que eso ocurra, sino que acelerará el empobrecimiento de los hombres y mujeres de este país; los que ya no tienen transportación pública para llegar a sus trabajos, los que suplican por servicios médicos, los que ven a sus niños con necesidades especiales sufrir por falta de terapias y ubicación escolar adecuada.

La falta de poderes nos trajo hasta aquí. Acentuar esa carencia no nos sacará de donde estamos. La unidad es necesaria, sí, pero no para la súplica colectiva, que de eso hemostenido bastante, sino para el reclamo claro y decidido de lo que nos pertenece. Juntos, pero contra la colonia. Juntos por la independencia.