María de Lourdes Santiago
“En la política muchas cosas son cuestión de tiempo y oportunidad”
- El Nuevo Dia
- 3 Jan 2016
- María de Lourdes Santiago
La senadora independentista habla sobre sus aspiraciones políticas, el independentismo y su vida
Cada día se levanta diariamente a las 5:00 de la mañana, trata de hacer ejercicios pero no es hasta que se sirve una taza de café que se convierte en “una persona hábil”. Se ríe de sí misma cuando lo admite. En el Capitolio, la senadora del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) María de Lourdes Santiago se percibe como una funcionaria seria, apasionada y fogosa en los debates, especialmente aquellos que tocan los temas de status y la educación. Pero fuera del mármol y la lucha partidista, la también candidata a la gobernación por el PIP muestra su lado más jovial. Habla con humor y pasión de su hijo José Julián, de 11 años, bromea sobre la contienda política, la vida pública y hasta se mofa de sí misma. “Qué engaño”, dijo tras reírse al recibir un comentario positivo de su apariencia en una de las fotos que le tomaron durante el anuncio de su candidatura. Natural de Adjuntas y con 47 años, los mejores momentos del día de Santiago son cuando está con su hijo. Muchas veces son cosas cotidianas como cuando lo lleva a la escuela, cuando debate con él por qué las galletas no son un buen desayuno o cuando observa por enésima vez el mismo capítulo del Chavo del Ocho. “Mi vida gira en torno a mi familia y mi trabajo”, explicó Santiago al comienzo de La Gran Entrevista con El Nuevo Día.
Hábleme de su relación con su hijo. Es absolutamente guapo, encantador, simpático. Hay otros niños que son casi tan guapos, simpáticos y encantadores, pero ninguno le llega. Pasamos mucho tiempo juntos. Creo que él ha perdido la esperanza de que yo entienda cuáles dinosaurios estaban en el pleistoceno, cuáles en el mesozoico y cuáles en la era jurásica.
¿Entiende su trabajo?
Él se ha criado siempre dentro del PIP. Eso ha generado algunas situaciones. Cuando estaba en kínder teníamos problemas porque él se paraba a hablar y quería que todo el mundo lo escuchara. Fue una de sus maestras que me dijo que no podía pretender otra cosa porque eso es lo que había visto en el partido desde que nació. Yo nunca había sido tan directa hablando de política con él pero hace como tres años escuchó un discurso de Rubén y él llegó indignado porque los Estados Unidos no dejaban que Puerto Rico fuera una república. Desde entonces es un pipiolo declarado. Cuando le expliqué que iba a ser la candidata a la gobernación me dijo: “Muy bien, mamá, tienes que creer en ti”. Se pasa diciéndoles a los demás en la escuela que tienen que votar por mí. Es como mi avanzada.
¿Y qué influencias tuvo usted en la política?
Mis papás, que son populares del corazón del rollo, nos criaron a mi hermana y a mí con valores muy asociados al independentismo. Mis papás vienen de una familia muy pobre. Mis padres nos inculcaron que todo en la vida hay que ganárselo. Ellos eran maestros. Otra influencia grande fue mi hermana. Ella es cinco años mayor que yo. Me llevaba libros. En Adjuntas también está Casa Pueblo. Tinti Deyá, una de las fundadoras, fue mi maestra de inglés en noveno grado. Leía mucho, inclusive algunos libros que quizás mis padres no aprobarían como el diario del Che en Bolivia y cosas así (sonríe como si hablara de travesuras). Soy independentista desde que tengo uso de razón político. Ya en el partido mis mentores principales son Fernando Martín y Rubén Berríos.
¿Por qué la gobernación?
Para mí es importante la candidatura a la gobernación porque ofrece un foro distinto de exposición. De hecho, en el sistema político de Puerto Rico, el poder ejecutivo tiene unas facultades tan y tan amplias que muchos de los problemas esenciales podrían resolverse sin intervención legislativa. En el caso de la educación, por ejemplo, que yo he trabajado con mucha intensidad, si a alguien en Fortaleza le interesara hacer una reforma educativa mañana, no tendría que convocar la Asamblea Legislativa. Tienen todos los poderes y todas las facultades para actuar. Lo que no hay es la sensibilidad y la competencia.
¿El problema es que los gobernantes no han sido competentes?
Los grandes problemas han sido por eso: la falta de sensibilidad y de competencia. Creo que hay muchos asuntos importantísimos que a nadie le importan lo suficiente. En el tema de educación especial, hay tantas cosas que pudieran cambiar mañana si alguien tuviera en su corazón un mínimo de solidaridad con el sufrimiento de esos niños y esas familias. No se necesitan leyes para que se permita a los niños con los trastornos más severos, pero que podrían ser independientes, que se les permita entrar en una escuela vocacional. Hay que tener un rollo de espinas en el corazón para permitir que pase ese tipo de cosas. Naturalmente, la capacidad para manejar efectivamente el gobierno que tiene mucho que ver con la politización de todas las estructuras gubernamentales. Aquí se ha desarrollado este mito de que lo público no sirve y no puede ser eficiente o es demasiado costoso. Todo eso es falso. El que tenga duda de la eficiencia de lo privado que se pase una tarde en cable TV. Lo público no funciona porque hay una retahíla de incompetentes e insensibles a cargo de las cosas esenciales. Todo esto es parte de la manipulación de un sistema en que los intereses económicos se quieren nutrir del poder político, sin asumir responsabilidades políticas, y quedarse con los recursos que nos son comunes. El último blanco son las escuelas con las “charter”.
¿Y qué se puede hacer con las escuelas que no funcionan?
Hay que designar a personas capaces para manejar el Departamento y hay que reasignar a otras funciones a los que no han sido capaces de cubrir las necesidades. Mira, el Departamento de Educación se queja del ausentismo de los maestros pero hay un reglamento que dispone que un maestro después de una cantidad de ausencias, puede ser procesado. A esos que no tienen la capacidad, la vocación o el interés de estar en el salón de clases vamos a hacerlos responsables. Aquí también hay un asunto de responsabilidad individual. No podemos seguir culpando al sistema como si se tratara de una fuerza oculta que lo maneja todo y con inteligencia propia.
¿Cómo ve los problemas de efectivo del gobierno y de la deuda?
Hay muchos elementos que han provocado la crisis actual, pero el elemento de fondo es nuestra condición de inferioridad política que nos impone una situación muy anómala. Puerto Rico es un país pobre que tiene que subsidiar un país sumamente rico. Eso lo hacemos a través de las leyes de cabotaje, a través del consumo extremo de mercancía que proviene de los Estados Unidos y pagando precios exorbitantes que la gente necesita para subsistir y que están controlados por la industria farmacéutica. Este es un sistema que ha promovido la minusvalía y la minimización de los esfuerzos puertorriqueños que nos impiden adoptar medidas para proteger nuestras industrias.
¿Pero, no cree que sobregiros presupuestarios como los que hubo por décadas no hubiesen provocado una situación parecida ya sea bajo la estadidad o la independencia?
Bajo otro status que no fuera el ELA se podrían enfrentar problemas similares si la gente hace tan mal juicio, como ha tenido hasta ahora, escogiendo a sus gobernantes. Pero con otro status habría más herramientas para salir del problema de una forma más efectiva y más rápida. Ahora todos están escandalizados por los gastos del gobierno, pero cuando los legisladores del PIP advirtieron por años que los presupuestos no estaban balanceados y que no había forma que los gastos fueran absorbidos por los ingresos, pues el País no hacía caso. En Puerto Rico hoy se recaudan proporcionalmente menos impuestos que al principio de este siglo porque se han aprobado exenciones extraordinarias a ciertos sectores que no tienen ningún sentido. En Puerto Rico no hay forma de justificar contributivamente la existencia de los decretos de exención. Aquí viene cualquiera, le hace cuatro promesas tontas al gobierno, que no viene obligado a cumplir, y se le exime de prácticamente toda responsabilidad contributiva. Ha sido constante que a los candidatos del PIP les digan que si no fueran pipiolos, votarían por ellos.
¿No teme que le pase igual?
La gente nos lo dice todavía. Eso es para todas las posiciones. Ese es el síndrome del elector maltratado cuando dicen que somos los mejores, los más decentes, los incapaces de robar o de engañar, tienen razón en los argumentos, pero por los que no votan. El País tiene que preguntarse hasta dónde va a aguantar el maltrato. Nosotros somos independentistas porque no podemos ser otra cosa. Si fuéramos igual a los otros, la gente no nos respetaría. Hemos ayudado a sectores y luego no nos retribuyen con votos y eso lo entendemos. Igual vamos a seguir haciendo nuestra función.
¿No le molesta el asunto?
Es injusto. Lo que pasa es que tenemos que hacer lo que nos toca en este mundo. Cada vez menos cosas me dan cólera. En la política y en la vida uno puede dividir las cosas en dos canastas: las cosas que uno puede controlar y las que no puede controlar. Uno tiene la obligación de actuar sobre las cosas que puede controlar. Las cosas que no se pueden controlar hay que observarlas pero reconocer que están fuera del control de uno. La cólera mal colocada no produce absolutamente nada.
¿Hay algo que le moleste a usted?
El tema de educación especial es uno de los que más enojo me da porque creo que un país se mide por la manera en que trata a sus más vulnerables y los más vulnerables son esos niños. Hay una caldera tan caliente en el infierno para la gente que les niega servicios a los niños de educación especial. Por lo demás… Mira, si el independentismo, que somos esquineados por la prensa, que se nos niega espacios de difusión, que se nos trata injustamente, si viviéramos para la amargura, pues eso no sería vida. Uno tiene que pensar que hay gente que valía más que uno y los trataron peor. Desde los años 2000 el PIP ha tenido problemas hasta con la reinscripción del partido.
¿A qué atribuye eso?
Ser independentista en un país que vive de la dependencia es, como dice Fernando Martín, promover un partido vegetariano en la Argentina, que vive de la carne. Nosotros vamos contra todo. No tenemos acceso a la prensa corporativa ni recursos para promocionarnos. Eso es bueno en cierto sentido porque nunca he tenido que decirle que no a alguien que entre a mi oficina pretendiendo comprar mi voto porque no tocan a mi puerta. Así de clara es la proyección de limpieza del PIP. Pero claro, la desventaja de recursos hace más difícil llegar a la gente. Y el mensaje que habíamos estado llevando de que el ELA es un sistema caduco que no tiene posibilidades de progreso material, que no hay forma de que sea reformulado y florezca, era difícil llegar en los tiempos de la prosperidad artificial porque no era evidente. Ahora es otra cosa y uno lo percibe en la gente en la calle. Una crítica que desde hace décadas se le hace al PIP es la poca presencia femenina en el liderato y la permanencia de Rubén Berríos y Fernando Martín en la cúpula de la colectividad… No es que en el PIP haya poca presencia femenina sino que hay poca proyección de la presencia femenina. Cuando yo empecé en la política yo no sé cuántos medios de comunicación me rechazaban porque no era Fernando, Rubén, Manuel (Rodríguez Orellana) o Víctor (García San Inocencio). A mí, como mujer independentista, con una posición de liderato, me dio mucho trabajo darme a conocer. No había disimulo. Eran ellos cuatro. Yo puedo decir lo difícil que es ser una mujer independentista y abrirse campo aquí no por un asunto del partido sino porque allá afuera hay un mundo hostil. Ahora mismo hay un momento con potencial para un cambio en el status político…
¿cómo el PIP puede adelantar la independencia sin los votos?
En la política muchas cosas son cuestión de tiempo y oportunidad. Ahí está la historia del mismo Estados Unidos. En el 1774, no había independentistas en Estados Unidos. Los grandes patriotas de la independencia estadounidense como (Benjamin) Franklin y (George) Washington firmaron la petición del ramo de olivo al reino inglés como los más leales súbditos. Dos años más tarde estaban firmando la declaración de independencia. Lo mismo va a ocurrir con la situación política de Puerto Rico. Hoy mismo, para nosotros los independentistas es una gran satisfacción de un acercamiento importante que ha habido entre las distintas organizaciones independentistas. Reconocemos que hay diferencias en estrategias pero el instrumento electoral de la independencia es el PIP y tenemos que fortalecerlo con más votos en el 2016 para que el independentismo comparezca como una sola voz ante los desarrollos que pueda haber en el status. En cuanto a la estadidad, si los Estados Unidos hubiese querido que Puerto Rico fuera un estado, hace rato que fuéramos el estado 51. Es el país más poderoso que ha conocido la historia y hacen lo que les da la gana. Pero no hay ninguna ganancia en la anexión para los Estados Unidos y tampoco la hay para nosotros.
¿El PIP no se ha convertido en un partido más simbólico que práctico?
Los simbolismos son importantes. Pero también hemos hecho propuestas prácticas de cosas de todos los días que son importantes para la vida cotidiana. El impuesto a las foráneas fue idea del PIP. En el tema de salud llevamos años hablando del sistema del pagador único, de un seguro de salud universal, que tan eficiente ha sido en otras jurisdicciones y que en Puerto Rico tenemos que adoptar.
¿De dónde sacarán más votos?
Creo que el descontento es tanto en este país que hay personas de todos los sectores que se están cuestionando cómo han sido víctimas del engaño por tanto tiempo y están pensando seriamente en darle la oportunidad al PIP, no sólo por las virtudes de nuestros candidatos sino porque también se están comenzando a preguntar si el sistema que se vendía como la posibilidad de desarrollo eterno y el paraíso aquí en la tierra, no está funcionando. Están los aires de cambio y son señales importantes las que se están dando en Puerto Rico y en los Estados Unidos.
¿Cómo ve un plebiscito estadidad vs. independencia?
Para mí el mejor ejemplo es la asamblea de status. Pero ya hemos visto las promesas, la más reciente del Sr. (David) Bernier (candidato de los populares a la gobernación). Ya uno ve de lejos la costura de que están buscando darle aire al moribundo (el ELA). Nosotros lo que hemos propuesto es una Asamblea de Status con una particularidad: los Estados Unidos tienen que estar en la mesa de negociar. En esa conversación falta el que tiene la capacidad de tomar decisiones esenciales en ese proceso. Yo creo que lo menos que pueden hacer los Estados Unidos es decir que no están dispuestos a aceptar un país latinoamericano y caribeño dentro de su federación. Todos los sabemos. El ELA reformado, reformulado o como lo quieran llamar, exactamente qué es. Nadie sabe. Están los libre asociacionistas, pues que definan cuáles son los términos de la libre asociación que quieren y estamos nosotros los independentistas que tenemos que negociar la transición a la república.
¿Cómo ve la lucha de los soberanistas y los estadolibristas? ¿No está en los soberanistas la cantera natural de votos que podría tener el PIP?
Los liberales o el ala izquierda del PPD, como se les quiera etiquetar, tienen un gran reto en estos momentos. Cuando las circunstancias políticas presentan un escenario propicio para el cambio sería un grave error el que se comprometieran electoral y moralmente con candidatos que representan las posturas más retrógradas dentro del PPD. Si en algún momento tiene la libre asociación (la oportunidad) de prosperar como opción, uno pensaría que es ahora. Les toca a ellos no dejarse seducir por la maquinaria de Ponce.
¿La maquinaria?
Digamos los poderes permanentes. Lord Voldemort (suelta carcajada).