No a la dictadura

La Junta de Control Fiscal es la representación más cruda de la inferioridad política del Estado Libre Asociado -y de cómo el colonialismo opera como una emboscada sicológica, capaz de aniquilar en algunos todo sentido de dignidad.

La Junta es la dictadura sin disfraces: siete individuos nombrados por el presidente de los Estados Unidos tendrán poder de veto sobre la legislación aprobada por funcionarios electos, manejarán el dinero público producto de nuestro esfuerzo a su entera discreción e impondrán medidas de austeridad que lastimarán a los más necesitados en el país.

Y frente a esa escupida en la cara, frente a esa humillación monumental, la norma entre candidatos y funcionarios es actuar con la sumisión del ganado camino al matadero.

Es una comparsa patética.

Ante la imposición de esa dictadura, la única respuesta digna es la de cero colaboración. Cualquier actitud de cooperación con la Junta es equivalente a amarrarle los cordones del zapato a quien nos está pateando. Bajo el control de los Estados Unidos hemos estado por 118 años, y el resultado ha sido de la quiebra del Estado y el éxodo de cientos de miles.

Las medidas para levantar a nuestro país, como la reestructuración de la deuda, deben ser en términos favorables a nuestros intereses, no a los de ellos.

Por eso, cada voto por mi candidatura es un voto de indignación, de respeto propio, de confrontación al colonialismo y de repudio a los que, después de castigarnos por décadas con su incompetencia y corrupción, ahora entregan ante el altar del Estado Libre Asociado (ELA) las migajas de democracia y gobierno propio que nos permitía el régimen.