Los procesos políticos, aun cuando se aceleren por circunstancias inesperadas, se construyen sobre la base de la persistencia y la constancia. Ese ha sido el caso del tema de Puerto Rico ante las Naciones Unidas.
Por muchos años, la comparecencia anual del independentismo puertorriqueño ante el Comité de Descolonización lograba con gran esfuerzo la aprobación de la Resolución a favor de la autodeterminación e independencia de Puerto Rico. Con el correr de los tiempos, la interferencia abierta de los Estados Unidos se apaciguó y durante los últimos años fue posible que la Resolución, con las modificaciones que las circunstancias de cada momento requerían, se aprobara por consenso. Y ya este año, tras el reconocimiento de los Estados Unidos de la condición de subordinación colonial de Puerto Rico, el Comité de Descolonización, además de reafirmar el derecho de Puerto Rico a su libre determinación e independencia, de solicitar que el caso de Puerto Rico se eleve a la Asamblea General y de recoger el reclamo por la excarcelación de Oscar López, ha dado un paso más allá.
En una determinación sin precedentes, aprobó por consenso la propuesta del Partido Independentista Puertorriqueño para que, “el Presidente del Comité Especial, luego de las consultas que estime pertinente, ejerza sus buenos oficios para propiciar un diálogo entre Estados Unidos y los que proponen la descolonización y la independencia de Puerto Rico, de conformidad con la Resolución 1514 (XV)”.
Con ello, el Comité ha autorizado formalmente el procedimiento que le permitirá servir como interlocutor ante el gobierno de los Estados Unidos para adelantar nuestra descolonización. Es lo que exigen los nuevos tiempos: diálogo y entendimiento para ponerle fin al colonialismo en Puerto Rico.
Este importante logro es la confirmación de lo correcto de la estrategia independentista pero, sobre todo, una invitación a continuar nuestra tarea aun con más empeño. Esto significa seguir impulsando en Puerto Rico una Asamblea de Estatus descolonizadora, a la vez que explicamos a los que aún no son independentistas, que solo el día en que tengamos las herramientas que son exclusivas de la independencia podemos aspirar a un verdadero desarrollo y a una relación digna con los Estados Unidos.
En Washington, insistir en un proceso que lleve a los Estados Unidos a negociar y definir las alternativas viables para nuestro futuro y las condiciones y forma de transición de cada una de ellas. Ese es el camino.
El paso a nivel internacional ya está dado. Sus resultados se irán definiendo sobre la marcha.