La posición de Secretario de Estado, en un territorio sujeto a los poderes plenarios del Congreso de otro país, en realidad en sus méritos no es una posición de particular importancia; yo creo que es difícil realmente que lo haga mal. En un país que ni tiene ni ha tenido soberanía política, contrario a esa alucinante Resolución que se aprobó aquí ayer y que pasará como una de las más disparatadas de la historia legislativa, el Departamento de Estado se asemeja bastante a la categoría de burocracia decorativa. Sin embargo, hay que reconocer que para efecto de ciertos trámites el Secretario de Estadoes la cara del país. Y yo no creo que lo mejor de Puerto Rico esté representado en el nominado; ni de lejos. Por esa razón hago constar mi oposición al nombramiento