Muchas gracias señor presidente. Mis saludos a todos los compañeros y compañeras legisladoras y a todos los que trabajan en el Senado de Puerto Rico en el comienzo de este año y de esta última sesión ordinaria. Desde que éste Senado estuvo reunido por última vez en noviembre del pasado año, la situación fiscal del país, si en alguna dirección, se ha movido a un paso más próximo al precipicio. Los peores vaticinios ya han comenzado a cumplirse: el impago de la deuda pública; la mora en el pago a los proveedores de bienes y servicios del gobierno, de hecho, miles de niños de educación especial probablemente no puedan recibir sus terapias a principio del semestre ante la negativa del Estado a procesar los pagos por los servicios ya prestados; la retención indebida por parte del Departamento de Hacienda de los reintegros que corresponden a las ciudadanas y ciudadanos, dinero que ni le pertenece ni le ha pertenecido nunca al gobierno de Puerto Rico pero que, ilegalmente, está siendo retenido para satisfacer otras obligaciones con los acreedores.

Ese es el escenario que todos conocemos y no hay en este momento ninguna razón objetiva para que cualquier persona con mediana lucidez, pueda pensar que de continuar las cosas por el rumbo que van la situación va a mejorar. De los males que nos aquejan y que amenazan con tomar dimensiones catastróficas, podemos señalar dos responsables: por un lado está la corrupción, la incompetencia, la mediocridad, la politización que han sido credo en administraciones del Partido Nuevo Progresista y del Partido Popular Democrático, pero más allá de eso, y de los muchos y profundos deméritos de los individuos que han estado en el poder, el principal responsable es un sistema político de inferioridad que nos niega las herramientas mínimas para trazar nuestro destino. Ante esta coyuntura, el país (y nosotros como sus representantes electos) tiene que plantearse cuál es la vía que va a tomar. Podemos continuar por la ruta que ya transita la administración dirigida por Alejandro García Padilla, que es la ruta de la improvisación: quizás pagamos la deuda, quizás no pagamos la deuda. Es la ruta de la falta de transparencia donde no hay información imprescindible para un avalúo sensato de lo que está ocurriendo en el país y de cuáles son las perspectivas. Puede ser la ruta de la demagogia donde se dice que se están anteponiendo los intereses del país pero se retienen los reintegros, se dejan de pagar servicios para poder cumplir con los bonistas. Esa es la ruta de Alejandro García Padilla y del partido que está en el poder, es la que coincide en muchos puntos el Partido Nuevo Progresista. La otra ruta es la que estamos proponiendo en el Partido Independentista Puertorriqueño.

Aquí tenemos que empezar a actuar con un mínimo de sensatez y de verticalidad, que la deuda es impagable lo sabe todo el mundo. ¿Cuánto se necesita para transitar desde esa parte del argumento a lo que es la inevitable conclusión de que lo que no se puede pagar, no se va a pagar? Por eso, la propuesta que hace el Partido Independentista y que hoy he sometido a través de la Resolución Conjunta del Senado 653 es la siguiente: si sabemos que no hay con que cumplir, por un lado, con las obligaciones a la ciudadanía y, además, con las obligaciones a los acreedores, vamos a tomar el paso definitivo. Aquí es que se separan los menores de los adultos. Vamos a decretar el impago absoluto de la deuda de Puerto Rico.

Ni un centavo más a los acreedores hasta que aquí no se siente todo el mundo a negociar en condiciones que puedan ser favorables al pueblo de Puerto Rico. Porque la otra alternativa, la de seguir fingiendo que podemos, ya sabemos a dónde nos va a llevar. El que quiera seguir esa ruta que se responsabilice por eso ante el país. El que quiera decir hasta aquí llegamos, vamos a proceder con esa declaración formal de impago, que después de todo, tiene más posibilidades de éxito y de forzar a una salida política y fiscal sensata, que continuar con esa penosa rogativa ante el Congreso cada vez que los americanos citan a unas vistas. ¿Cuántas veces más van a ir ustedes a suplicar por favor dennos la quiebra? Por favor una junta que haga el trabajo que los puertorriqueños populares y penepés no han podido hacer. Por favor el súper bono. Es que le tiene que faltar a uno color en la cara, para pensar que en una situación de crisis, la humillación y la sumisión van a seguir siendo la respuesta a lo que nos ha impuesto 118 años de coloniaje. Decía don Pedro Albizu Campos que llegaría el momento de la suprema definición y a ese momento nos estamos acercando.

Las circunstancias fiscales del país para las que no hay, no hay remedio alguno, bajo el estatus de inferioridad que es el estado libre asociado, nos presenta un escenario impensable hace diez, quince, veinte años para emplazar a los Estados Unidos a que hagan su parte. Por las buenas, y esto lo debe saber quien tenga un ápice de conciencia política, y aquí todos nos dedicamos a la política, por las buenas no lo van a hacer. En Vieques no fue a las buenas. En Vieques fue con la confrontación, fue exponiéndolos ante el mundo. Así que el de ustedes que piense que con muchos papeles, con muchas vistas, con muchas solicitudes ante el congreso, va a avanzar un paso, sabe que está actuando engañándose a si mismo y pretendiendo engañar al pueblo de Puerto Rico. Solamente la confrontación, el desafío político, el decir ni un centavo más de los puertorriqueños hasta que nos sentemos a trabajar en un proceso ordenado de descolonización que nos permita herramientas para el desarrollo, va a funcionar. Lo demás son quimeras, lo demás son vendajes sobre una herida mortal. Ese es el reto que tenemos en esta asamblea legislativa. Son mis palabras.